Durante este semana el Santuario de Eros, del que yo mismo soy guardián, lleva a cabo una semana de concienciación sobre la bisexualidad, para acabar con los mitos que la rodean y llegar a que se normalice o por lo menos tenga el mismo nivel de aceptación que otras orientaciones sexuales.
Cada uno de los miembros del Santuario tiene como tarea hacer algo en favor de la visibilización de la bisexualidad y yo pensé en escribir algo sobre ello, pero he pasado dos días escribiendo y borrando una y otra vez. Lo primero que se me ocurrió fue hacer una lista con personajes famosos como Angelina Jolie, Lady Gaga, Freddie Mercury, Paco León, Josh Hutcherson o Drew Barrymore para decir que es lo más normal del mundo, pero al final deseché la idea porque la sexualidad individual de cada uno de ellos es al fin y al cabo cosa suya.
Al final simplemente lo que estoy haciendo, tras una pequeña chispa de inspiración es volcar mis sentimientos y mis ideas en estas líeneas. Yo soy bisexual, nunca he tenido ningún problema en hablar de ellos y de hecho el sexo, el género y la sexualidad son temas de conversación tan habituales en mí como lo pueden ser la política, el tiempo o la música. Creo que hablar desde mi propia experiencia me servirá como una catarsis y como una forma de ayudar a alguien que se sienta identificado con mi situación o mis vivencias y para poder concienciar a los demás sobre un tema que se suele ignorar o malinterpretar.
Cierto es que los homosexuales aún tienen muchas barreras que franquear y superar, pero lo cierto es que tienen mucha más visibilidad, sobre todo los hombres, que los bisexuales y es que estos últimos sufrimos de una discriminación doble: la heterosexual y la homosexual. Siempre me he realcionado con las personas sin importar lo que hicieran luego en su cama o con sus genitales pero si que es verdad que cuando hablaba de mi propia sexualidad no parecían estar comodos con ella, incluso con personas con las que mantenía una relación más intima. Comentarios como “es una etapa”, “es una fase, ahora solo lo dices para que te acaben aceptando como gay”, “la curiosidad no es mala, pero en algún momento volverás a lo de siempre”, “si te queda en medio de la carretera te acabarán atropellando”. Todas esas cosas, y otras aún peores, las he escuchado más de una vez y solo he podido contestas ignorando eso mismo o diciendo dame tiempo y verás donde estoy dentro de unos años.
Como quien dice, salí del armario a los 18, que fue más o menos la edad donde ya me daba bastante igual hablar de con quien salía y con quien no y no me callaba las cosas como hacía antes; era una cuestión de pudor más que otra cosa, de hecho mi madre a día de hoy todavía no sabe que alguna de las que se piensa que son amigas mías en su día fueron también mis novias. Simplemente no me gustaba hablar de esas cosas. Llegué a un momento de mi vida en el que conocí a un chico que era bisexual y que llevaba todo con tal naturalidad y con tal simpleza que me hizo comprender que no había nada de raro o incómodo en todo ello. Con el paso del tiempo las cosas se fueron normalizando para mí, pero no para el resto del mundo, aún hoy sigo escuchando la pregunta “¿pero qué te gusta más: los hombres o las mujeres?” Parece que aún no hay comprendido que incluso en la sexualidad las cosas no tiene porque ser negras o blancas.
Una de las cosas que me ha enseñado el paganismo y la Wicca es que en todo hay siempre matices, que cada acción tiene su contrapartida y que en aquello que parece lo absoluto de algo hay una parte de su opuesto. Nada es total y unícamente algo, siempre tendrá un poco de otra cosa, y con la sexualidad pasa lo mismo. Yo soy bisexual, me gustan los hombres y me gustan las mujeres, no puedo elegir entre uno u otro, cada persona, cada género, me aporta cosas diferentes, son distintos, es como si me obligaran a elegir entre utilizar solo vocales o solo consonantes, no puedo, necesito las dos para hablar; para mi los dos géneros son necesarios en mi sexualidad.
No me considero pansexual porque sexualmente no me atrae cualquier tipo de persona, aunque respeto mucho a los transgénero y lo queer y los defenderé siempre a capa y espada porque hacen algo realmente muy valiente, nunca me atraerán sexualmente. Me gusta una mujer con sus atributos y sus formas de mujer, me husta un hombre con sus atributos y formas de hombre, tan sencillo como eso. Me puedo enamorar, como de hecho ya lo hice, tanto de un chico como de una chica, y en esa relación puedo volcar la misma intensidad emocional independientemente de lo que tenga entre las piernas.
Ser bisexual no implica ser un vicioso, un salido, un promiscuo, eso son cualidades de personas particulares, no de un grupo de gente con la misma orientación sexual. Al igual que no podemos juzgar a un grupo étnico por las acciones de unos pocos no podemos juzgar a los bisexuales por las acciones de unos cuentos de ellos. Un bisexual es una persona tan normal como tu, la única diferencia que hay es que se puede sentir atraído por ambos géneros.
Dentro del paganismo, en concreto con mi trabajo con Eros, he aprendido a ser orgulloso de lo que soy, a quererme a mí mismo en primer lugar para poder querer a los demás. Soy bisexual y ello no me impide ser fiel a una persona, no significa que me gusten más los hombres o las mujeres (para mí cada género es diferente y especial a su manera), me puedo enamorar de una sola persona… al fin y al cabo tengo las mismas esperiencias afectivas y sexuales que cualquier otra persona con la única diferencia que mi deso puede ir hacia el género femenino o al género masculino.