La Luz Negra

Este post ha sido censurado ya que ya no guardo relación alguna con quien en su momento me pasó la Luz de Hécate, de hecho volví a recibir la Luz de Hécate directamente desde la primera portadora: Ayra Alseret para desvincularme totalmente de esas personas, aún así la experiencia sigue siendo valiosa.

Cuando mi mentor en el [censurado] nos ofreció convertirnos en portadores de la Luz de Hécate no pude decir que no. Mi relación con esta diosa, con este aspecto de la Diosa, siempre ha sido especial, con sus momentos buenos y malos, como en cualquier tipo de relación, pero sentía, como tantas cosas he sentido en los tres últimos años, en volver a retomar el contacto con ella. El ritual estaba claro, debía guardar su llama como la había guardado otras lunas negras, pero esta vez iba a recibir su luz, iba conectarme de una forma especial con ella.

Llegué a casa de la facultad un poco más tarde de que anocheciera. Nada más hacerlo me purifiqué y fui a encender la llama. La ungí con el aceite, la coloque en su vasito rojo y este en un portavelas que parece que se ha quedado como el oficial para mis trabajos con Hécate. Recité la llamada habitual de sus guardias y encendí la vela. Prendí el incienso. Todo seguía como siempre, como en cada guardia, serenidad, solemnidad, esa energía densa alrededor de su luz.

Me fui a cenar, los miembros del [censurado] que íbamos a recibir su luz estábamos inquietos en el grupo de WhatsApp que habíamos creado para ocasión, cada vez faltaba menos y los nervios, aunque fueran pocos, cada vez eran más visibles. Diez minutos antes de pasar la luz dejamos de escribirnos para poder tomar conciencia de lo que pasaría en un momento.

Me puse a mirar mi vela, a divagar en mi mente sobre Hécate, sobre el Correllianismo, sobre el [censurado] las cosas típicas que se suelen pasar por mi cabeza antes de un ritual o acto mágico. Poco a poco Ella fue tomando el centro de mi mente. Miro el reloj por última vez. Ya era la hora.

Me concentro en su llama, nada pasaba. Muy sutilmente noto como la realidad empieza a ondular de la vela hacia a mí, y digo la realidad y no solo lo que veía pues era una sensación de que todo se movía entre el fuego y yo. Al poco empiezo a sentir latir a mi corazón más fuerte, puede que algo más rápido, no estoy seguro, pues con las cosas mágicas el tiempo pierde su naturaleza. Empiezo a notar el latido por todo mi cuerpo, un latido que se acaba transformando en un cosquilleo, en ese hormigueo que la energía, la magia, suele producir.

Mi mirada seguía clavada en la vela y de pronto noto como esta empieza a oscilar, a cambiar de intensidad. Descubro como que late, que va de menos a más, y lo hace como con tres tipos diferentes de latido. Los latidos de la luz se sincronizan con los míos.

Durante el tiempo que me concentré en la llama dedicada a Hécate no solo me sincronicé con ese latido, también vi como la vela se multiplicaba por un instante en tres e inmediatamente volvía a ser una sola, como si la realidad se deformarse en menos de un segundo. También vi un aura negra alrededor de esa llama, era Su luz negra, la luz de Hécate. Seguí así durante un rato absorbido por Ella, y poco a poco mi cabeza comenzó a divagar sobre lo mismo de antes y de pronto supe que ya era portador de su luz.

Mi mentor nos escribió confirmándonos aquello que acababa de sentir: al fin soy Portador de la Luz de Hécate. Además el me dijo que visualizó esas llamas con ese aura negra que yo había visto, una señal más de que todo había salido bien. Esta no es la primera vez que trabajo con Hécate y por eso puede que no me haya sentido tan cansado como mis compañeras que también recibieron la luz, pero se que la Señora, aunque te acostumbres a su energía siempre te mostrará una nueva faceta suya que es mucho más arrolladora que la anterior. Hécate es así de fascinante y poderosa.

Roble Tormenta,

Portador de la Luz de Hécate

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